¡Una historia de amor!
¡A los cubanos poco nos importa que "La Giraldilla" sea sólo una veleta! Para nosotros es el símbolo de San Cristóbal de La Habana. Nos gusta pensar que representa a Isabel, la Penélope de la colonia, la que esperó por mucho tiempo a su amado Hernando de Soto y que murió de amor. Fue nuestra primera y hermosa Gobernadora, su nombre era
Doña Isabel de Bobadilla.
Carlos I rey de España nombró a Hernando de Soto, rico conquistador español, "Capitán General de Cuba y Adelantado de la Florida". Isabel joven inteligente y bella de nobleza española, pertenecìa a una de las familias màs respetables de Castilla, se casó con Hernando de Soto en 1537. Llegó a Cuba por el puerto de Santiago de Cuba, el 7 de Junio de 1538 para partir en Agosto con una espléndida flota de cinco carabelas hacia La Habana. En diciembre de 1538 celebró su primera Navidad "Habanera" con toda la familia.
En esa época la villa de San Cristóbal albergaba unas pocas familias blancas, el personal de servicio formado por los "indios naborìes", esclavos negros
e indios, un cura y un sacristán.
Hernando de Soto fue el impulsor de la construcción de la primera fortaleza de la Villa de San Cristóbal. Un día fatal, era el 1539, Hernando de Soto tuvo que partir para la Florida con nueve navíos, novecientos hombres y trescientos caballos en búsqueda de la "Fuente de la Juventud" en las orillas del Mississippi, donde muere sin encontrarla.
Durante los siguientes 7 años, la joven Doña Isabel se desempeñó como Gobernadora de la isla de Cuba, la primera mujer en América en ocupar tan importante cargo.
Cuenta la leyenda que la bella Isabel esperó el regreso de su amado Hernando, todos los días durante muchos años, asomada al mirador de la torre del castillo de la Real Fuerza; que entonces era la casa del Gobernador. Con la mirada fija en el horizonte y con la esperanza de ver los barcos que traerìan de regreso a su amado al hogar aguardò en vano hasta que murió, corroída por la amargura de no volver a ver a su amado Hernando.
Años más tarde, un artista local, Martín Pinzón, esculpió una estatua de bronce inspirada en la fidelidad de Isabel; el Gobernador de aquella época la llamó "La Giraldilla" y la hizo colocar en lo más alto de la torre del castillo. Aún hoy ese es el símbolo inigualable de la Villa de San Cristóbal en La Habana.